En Palma, la preocupación crece mientras la Policía Local parece mirar para otro lado. Un conductor de galeres, a plena luz del día, comete graves infracciones y nadie se atreve a actuar. La indignación entre los ciudadanos es palpable; no es solo un incidente aislado, es una llamada de atención que nos dice que algo no está funcionando.
¿Hasta cuándo?
Nos encontramos en una ciudad donde un atropellamiento deja diez heridos, y la pregunta que todos nos hacemos es: ¿qué necesita pasar para que se tomen medidas? No podemos quedarnos cruzados de brazos mientras otros sufren las consecuencias de la desidia.
A lo largo y ancho de nuestras calles, las voces se levantan con un grito claro: ¡Basta ya!. Los adhesivos por toda la ciudad que claman ‘No soy guiri’ son solo una pequeña muestra del malestar creciente ante el monocultivo turístico y su impacto en nuestra comunidad. Padres preocupados sueñan con un futuro diferente para sus hijos, anhelando volver a ser agricultores antes que verlos convertidos en meros espectadores de esta locura.
Nuestra responsabilidad como ciudadanos va más allá de señalar el problema; necesitamos exigir respuestas. Porque al final del día, todos merecemos vivir en un lugar seguro y justo. Así que levantemos la voz juntos y hagamos eco del cambio que queremos ver.