En el corazón de Mallorca, un nuevo conflicto urbanístico ha comenzado a agitar las aguas. La asociación ARCA no se ha cortado ni un pelo al calificar de despropósito urbanístico el reciente proyecto que propone aumentar la altura de un edificio emblemático en el Paseo Mallorca. La indignación se siente en cada rincón, y muchos ciudadanos no pueden evitar preguntarse: ¿hasta dónde vamos a llegar con esta locura?
¿Qué está pasando con nuestro paisaje urbano?
A pesar de que el Consell de Mallorca impuso el año pasado multas por 4,6 millones de euros a los propietarios que alquilan turísticamente sin licencia, parece que hay una falta alarmante de control sobre lo que realmente importa: nuestro entorno. Con medidas como estas, es evidente que estamos ante una desregulación sin precedentes, y muchos temen por la esencia misma de nuestra ciudad.
Por otro lado, voces como las del GOB también han levantado la mano para señalar lo absurdo del decreto ley sobre vivienda en Palma. Sus palabras resuenan entre los vecinos preocupados: «Esto implicaría una desregulación urbanística sin parangón». ¿No es hora ya de frenar este monocultivo turístico que solo beneficia a unos pocos?
Mientras tanto, los problemas continúan acumulándose y la comunidad sigue sintiéndose vulnerable. Así las cosas, no podemos quedarnos callados; es momento de hacer ruido y luchar por lo que nos pertenece. Nuestros espacios verdes y nuestra arquitectura deben ser protegidos, no tratados como meros números en un balance económico.