Imagina que tienes un rincón precioso, lleno de vida y belleza, pero decides ignorarlo. Eso es lo que muchos sienten al ver el estado del Carnatge, un lugar que podría brillar como una joya si se le diera el cuidado que merece. «Si no fuera en Mallorca, lo tratarían como si fuera plata», dicen los vecinos con una mezcla de tristeza y rabia. Y tienen razón.
Una llamada a la acción por nuestra tierra
No se trata solo de un espacio natural; el Carnatge es parte de nuestra identidad. La historia reciente nos ha enseñado a valorar nuestros recursos, pero parece que las autoridades están más centradas en atraer turismo a través de la gastronomía o proyectos multimillonarios, como la reforma del parque de la Mar con 10 millones de euros, que en cuidar lo que ya tenemos. Mientras tanto, el único pez autóctono de agua dulce en Baleares está al borde de la extinción y las carreteras se llenan cada vez más de señales en castellano.
¿Y qué hay del futuro? La lucha por mantener nuestro patrimonio no debería ser solo una cuestión política. Se necesitan acciones concretas para protegerlo y revitalizarlo. Los arquitectos han denunciado la falta de efectividad en las medidas habitacionales y la necesidad urgente de actuar antes que sea demasiado tarde. Así que unámonos todos: no dejemos caer este legado en el olvido.