En las hermosas Islas Baleares, donde el sol brilla casi todo el año y la vida parece un sueño, hay una realidad oscura que se esconde tras las fachadas de los edificios. Más de 400 viviendas están abandonadas por grandes tenedores, lo que nos lleva a preguntarnos: ¿dónde quedan nuestros vecinos? Este fenómeno del monocultivo turístico, que ha arrasado con muchas comunidades, deja a su paso calles desiertas y familias sin hogar.
La urgencia de actuar
A medida que paseamos por nuestras ciudades, vemos cómo los alquileres se disparan y las oportunidades para encontrar un hogar se vuelven cada vez más escasas. No podemos permitirnos seguir mirando hacia otro lado mientras estos grandes propietarios acumulan propiedades vacías como si fueran trofeos. La falta de acción está convirtiendo a nuestras islas en un parque temático para turistas, dejando a los locales fuera del juego.
¿Y qué hacemos nosotros? Es fundamental alzar la voz y exigir soluciones. La comunidad necesita unirse en torno a este reto. Hacer frente a esta situación no solo es responsabilidad de unos pocos; todos debemos implicarnos. Es hora de presionar a quienes tienen el poder para cambiar las cosas y recordarles que estas islas son nuestro hogar, no solo un destino turístico.