En un giro inesperado de los acontecimientos, tres turistas han sido detenidos por prender fuego a varios contenedores en la zona del Arenal. La acción ha causado revuelo entre los vecinos, quienes ven cómo la falta de control se convierte en un problema cada vez más grave. ¿Hasta dónde vamos a llegar con el turismo desmedido?
La tensión creciente
Mientras tanto, las calles claman por atención. Las pintadas contra la saturación turística en lugares emblemáticos como el Almudaina son solo una muestra del descontento colectivo. Llorenç Galmés, un conocido activista, no pudo contener su frustración y lanzó una pregunta retórica que resuena en todos nosotros: «¿Qué ha sido esto? ¿Un orgasmo silencioso?» Y es que, con cada nuevo escándalo relacionado con el turismo, se hace más evidente que muchos están cansados de ser testigos de cómo nuestra cultura y nuestro entorno se ven amenazados.
El GOB también alza su voz: «Mallorca no quiere ser el vertedero de Eivissa». Un grito claro que exige respeto por nuestra tierra y nuestro estilo de vida. En medio de todo esto, el Ayuntamiento parece empeñado en atraer aún más turistas a Palma, esta vez utilizando la gastronomía como gancho. Pero mientras algunos se frotan las manos pensando en los beneficios económicos, otros temen por lo que puede venir si no encontramos un equilibrio.