En el corazón de Son Banya, un poblado que parece atrapado en un ciclo sin fin, los narcos han vuelto a la carga. Se están levantando nuevas xaboles ilegales, como si no hubiera mañana. La situación es alarmante y, a pesar de las promesas de intervención por parte del Ayuntamiento, la realidad muestra que poco ha cambiado.
¿Dónde queda la justicia?
El pasado 30 de abril fue otro día más en el que se nos recuerda cómo estas prácticas continúan afectando nuestra comunidad. Mientras tanto, los residentes se preguntan: ¿hasta cuándo? No sólo sufren el impacto directo del narcotráfico, sino que también ven cómo sus calles se llenan de construcciones ilegales que tiran a la basura cualquier esfuerzo por recuperar un espacio seguro y digno para vivir.
Nos encontramos en una encrucijada donde las decisiones políticas parecen llegar tarde o simplemente no llegan. Desde Cort se prometieron acciones contundentes, pero los hechos demuestran lo contrario. Los vecinos sienten impotencia al ver cómo su entorno se degrada cada vez más. “¿Qué tenemos que hacer para ser escuchados?”, dice una vecina con desánimo mientras observa las nuevas edificaciones surgir entre la maleza.
La historia de Son Banya es un recordatorio doloroso de lo que puede suceder cuando se deja hacer a quienes solo buscan sacar provecho sin pensar en el bienestar común. Es hora de poner freno a esta locura antes de que sea demasiado tarde.