El anuncio del cierre de Es Refugi en Palma ha dejado a muchos con el corazón encogido. Este centro, que ha sido un pilar fundamental para aquellos que más lo necesitan, se ve abocado a cerrar sus puertas. ¿Y qué significa esto? Pues nada menos que 17 trabajadores se quedarán sin empleo y 18 usuarios, personas que ya luchan contra la adversidad, se verán obligados a salir a la calle.
La realidad detrás del cierre
No podemos mirar hacia otro lado. Este tipo de decisiones no solo afectan a los números; hay historias, hay vidas. Las madres solteras, por ejemplo, tienen el doble de riesgo de caer en la pobreza y cada vez son más las voces que claman por soluciones reales ante esta crisis social. “Va morir amb 33 anys al carrer; que fort, un menys que jo!”, decía una mujer afectada mientras reflexionaba sobre su propia situación.
La pobreza se cronifica en nuestras calles, y situaciones como estas nos recuerdan lo urgente e importante que es abordar estos problemas desde la raíz. Ya no podemos seguir con discursos vacíos ni políticas de parcheo; necesitamos un cambio real y eficaz.