En un rincón de Marratxí, donde la naturaleza respira y nos invita a disfrutar del aire libre, han sucedido hechos que no dejan de sorprendernos. Tres mesas de picnic, esas que tantas familias han utilizado para compartir momentos especiales, han sido destruidas. La indignación se siente en el ambiente, porque estos espacios son un refugio para muchos.
Un ataque a la comunidad
No se trata solo de madera y tornillos; es una pérdida para todos nosotros. ¿Qué clase de personas se dedican a tirar a la basura lo que simboliza convivencia y alegría? Estas mesas han visto risas, juegos y algún que otro beso robado bajo la sombra de los árboles. Sin embargo, parece que hay quienes disfrutan arruinando lo que otros valoran.
Los vecinos se están organizando, porque nadie puede quedarse con los brazos cruzados ante este tipo de vandalismo. “Es inaceptable”, dice una madre con su hijo al lado, mientras señala las ruinas dejadas por estas acciones sin sentido. La rabia recorre las calles y el deseo de recuperar esos espacios se hace más fuerte cada día.
La pregunta es: ¿qué estamos haciendo mal como sociedad para permitir estas cosas? Es momento de unir fuerzas y cuidar lo nuestro, porque cada mesa rota representa un trozo menos de ese lugar mágico donde podemos ser felices juntos.