En las Islas Baleares, la historia de lucha y resistencia de las mujeres gitanas está cobrando protagonismo. No es solo una cuestión de cultura; es un grito claro contra los prejuicios que han marcado sus vidas. Una madre con un hijo autista ha decidido alzar la voz para denunciar la discriminación que sufren en el acceso a actividades escolares durante las vacaciones. ¿Hasta cuándo vamos a permitir esto?
La unión hace la fuerza
Estas valientes mujeres no se quedan calladas. Se plantan firmes ante un sistema que intenta segregarlas, enfrentándose incluso a planes educativos que buscan dividir y etiquetar. La Facultad de Educación y Filología Catalana ya ha tomado cartas en el asunto, rechazando propuestas que van en contra de la inclusión.
A medida que los días pasan, más voces se suman a esta lucha. La Organización Cultural Balear (OCB) también llama a los directores de escuelas a no sucumbir ante estas políticas excluyentes. ¿Acaso no vemos lo evidente? La educación debería unir, no dividir.
No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras siguen tirando por la borda nuestros derechos básicos. Las luchas sociales son más necesarias que nunca, y estas mujeres están demostrando cómo se hace. Porque al final del día, todos merecemos un lugar en este mundo sin etiquetas ni barreras.