La historia de Mallorca se enreda cada vez más en un debate que no cesa. En esta ocasión, Memòria de Mallorca ha dado un paso adelante pidiendo que el monumento de la Feixina sea incluido en el censo de simbología franquista. ¿Por qué? Porque es hora de enfrentar nuestro pasado, aunque a algunos les cueste tragarse esa realidad.
Un grito al recuerdo
En tiempos donde hay quienes prefieren mirar hacia otro lado, recordar a las víctimas del franquismo se convierte en una necesidad apremiante. La identificación reciente de Josefina García, la quinta miliciana asesinada en Manacor durante 1936, nos empuja a reflexionar sobre todo lo que hemos dejado atrás y lo que aún queda por hacer. Mientras tanto, Inca rinde homenaje a figuras como Andreu París, un militar leal a la República, pero sin el apoyo institucional necesario. ¡Qué irónico!
A veces parece que nos encontramos atrapados en un ciclo repetitivo, donde los ecos del pasado resuenan más fuerte que nunca. Las pintadas xenófobas que han aparecido en Palma son solo una muestra más de cómo algunos intentan imponer su narrativa sobre nuestra isla. Con frases como “Illencs fora! Palma és dels alemanys”, queda claro que no todos están dispuestos a aceptar la diversidad cultural que define nuestras raíces.
Sin embargo, desde diferentes plataformas sociales y políticas, voces como la de Miquel Gelabert, del STEI, nos recuerdan que hemos tenido mejores relaciones con gobiernos de derechas que con aquellos autodenominados progresistas. Un hecho curioso, ¿verdad? Mientras tanto, seguimos viendo cómo otros temas urgentes se quedan relegados al olvido.
No podemos permitirnos seguir ignorando lo evidente: el crecimiento turístico imparable está transformando nuestra forma de vida. Cada decisión cuenta y cada voz importa; este es el momento de reclamar nuestra historia y nuestro espacio. ¡No dejemos pasar esta oportunidad!