Los trabajadores del aeropuerto de Palma no pueden más. Han levantado la voz y han denunciado el peligro que suponen las obras en curso. «No queremos lamentar desgracias», claman, llenos de preocupación por la seguridad en sus puestos. Mientras tanto, Miquel Gelabert, representante del STEI, se atreve a afirmar que han tenido una mejor relación con los gobiernos de derecha que con los de izquierda. ¿Por qué sucede esto? La respuesta no es sencilla y nos lleva a reflexionar sobre las políticas actuales.
La voz de la comunidad
Parece un sinsentido que un lugar tan vital como el aeropuerto esté en riesgo por decisiones administrativas dudosas. Las palabras de Gelabert resuenan: “Hemos tenido más colaboración y comprensión por parte de quienes se sientan a la derecha.” Este tipo de afirmaciones no deberían caer en saco roto. Los trabajadores merecen ser escuchados y tener garantizada su seguridad en el día a día.
En este contexto, hay algo que nos preocupa aún más: el monocultivo turístico al que estamos sometidos. No podemos permitir que nuestra identidad se reduzca a ser meros decorados para turistas. Al final del día, somos nosotros quienes vivimos aquí y queremos un futuro donde nuestras voces cuenten.