La Universidad de las Islas Baleares (UIB) ha vuelto a ser centro de atención, pero no precisamente por sus logros académicos. Esta vez, la controversia surge tras la organización de una jornada que, según muchos, parece más un apoyo al proxenetismo que un espacio para el debate serio sobre la prostitución. La indignación no se ha hecho esperar y muchos se preguntan: ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar con este tipo de iniciativas?
Una línea muy fina entre el debate y la promoción
Las voces críticas no tardaron en levantar la mano. Algunos argumentan que es una falta de respeto hacia las mujeres y su lucha por la dignidad. “No podemos permitir que se trivialice un tema tan serio”, decía una estudiante que asistió al evento. Y tiene razón; hay un límite entre querer abordar realidades complejas y caer en prácticas que parecen dar alas a quienes quieren aprovecharse de la vulnerabilidad ajena.
La comunidad universitaria está dividida. Por un lado, están aquellos que defienden el derecho a discutir abiertamente sobre todos los aspectos de la vida social; por otro, quienes consideran que esta jornada cruza una línea peligrosa. En estos tiempos donde el feminismo cobra más fuerza cada día, plantear este tipo de debates sin sensibilidad ni contexto puede resultar desastroso.
En resumen, lo que debería ser un foro para reflexionar se ha transformado en un campo minado donde las opiniones chocan y las emociones afloran. Tal vez sea hora de replantearnos cómo queremos abordar temas tan delicados como la prostitución sin caer en el error de dar voz a lo que deberíamos callar.