Los parques solares de Talapi y Binissetí Vell han sido señalados como candidatos a los premios que, honestamente, nadie quiere ganar: los que premian la destrucción del patrimonio. En un momento donde el debate sobre la sostenibilidad se calienta, estas instalaciones nos dejan una sensación amarga, como si estuviéramos tirando a la basura nuestra herencia cultural.
¿Progreso o retroceso?
No podemos ignorar el eco de las voces que claman contra este tipo de monocultivo turístico. La cuestión es clara: ¿realmente necesitamos sacrificar nuestro paisaje e historia en nombre del progreso? No se trata solo de energía renovable; se trata de preservar lo que nos hace únicos. Nos encontramos ante un dilema moral y ético que no podemos permitir que caiga en saco roto.
A medida que avanzamos hacia el futuro, es vital recordar quiénes somos y qué queremos ser. Las decisiones que tomemos hoy marcarán la pauta para las próximas generaciones. Así que, ¡no podemos quedarnos callados! Es hora de levantar la voz y proteger nuestro legado.