El pasado sábado, la Plaza España se iluminó con un espectáculo que prometía ser mágico. Sin embargo, lo que muchos recordarán no son solo las luces brillantes, sino la aglomeración de personas que se apretujaban en cada rincón. El Ajuntament de Palma salió al paso de las críticas asegurando que «todas las medidas de seguridad estaban garantizadas». Mercedes Celeste, portavoz del gobierno municipal, fue clara: «En ningún momento hubo peligro».
Un evento para disfrutar
A pesar de las preocupaciones por la multitud y los empujones, Celeste explicó que cuando algunos asistentes decidieron invadir la calzada, «la policía estaba vigilante» y rápidamente les indicó volver a la zona peatonal. Pero más allá de la seguridad, surgen preguntas sobre si este modelo es sostenible. Las quejas por la saturación fueron numerosas ese día, pero desde el Consistorio no parecen estar dispuestos a cambiarlo. Este año se optó por un fin de semana –una decisión muy bien intencionada– porque «los niños tienen colegio y queremos que disfruten», defendió Celeste.
No obstante, ¿es realmente adecuado mantener una actividad tan popular sin prever alternativas? Aunque se reconoció que habrá mucha afluencia en eventos importantes como este, no hay señales claras de buscar otras soluciones o descentralizar el acto. Aún así, Celeste enfatizó su deseo: «Queremos una Palma abierta y activa», añadiendo que deberían encontrar la «fórmula ideal» para hacer todo más cómodo para los asistentes.
Parece claro que muchos esperaban entre 15 mil y 20 mil personas ese día. Sin embargo, los preparativos dejaban mucho que desear; un escenario montado como si fuera a ver solo a 200 espectadores provocó frustración entre quienes intentaban disfrutar del evento. No era fácil moverse ni encontrar un buen sitio para ver el espectáculo. Es evidente: algo necesita cambiar.

