En el corazón de Palma, el fenómeno del caravanismo se ha hecho un hueco que resulta difícil ignorar. En los alrededores de la ciudad, especialmente en la periferia, lugares como el aparcamiento de las piscinas de Son Hugo o Ciutat Jardí han visto crecer un paisaje inusual donde las autocaravanas se han convertido casi en vecinos permanentes. A medida que uno avanza por las calles cercanas al polideportivo Germans Escalas o a Son Ferragut, es común cruzarse con estos vehículos que hoy marcan nuestra cotidianidad.
La realidad detrás de las caravanas
Sin embargo, hay un lugar que destaca entre todos: un solar en Son Peretó, utilizado como aparcamiento y que se encuentra justo al lado del complejo deportivo de Son Moix y varios comercios. La imagen es llamativa: decenas de autocaravanas alineadas, creando una estampa que genera tanto curiosidad como preocupación entre los vecinos. “Estoy aquí porque no tengo otra opción”, dice una joven asomando su cabeza desde uno de estos vehículos. A su alrededor hay juguetes y una pequeña bicicleta; signos claros de que aquí viven niños. Y no es un caso aislado. Este espacio ha sido colonizado por personas trabajadoras que, ante la falta desesperante de vivienda asequible, se ven obligadas a buscar refugio sobre ruedas.
Pero este asentamiento no está solo. En las calles adyacentes hacia la Vía de Cintura también abundan estas autocaravanas; algunas son propiedad de quienes ya residen allí y otras más llegan buscando seguridad y protección ante la incertidumbre diaria. Es curioso ver cómo algunos grupos se organizan para cuidar sus propiedades mientras sus dueños están ausentes durante horas, tratando así de crear un pequeño refugio en medio del caos urbano.

