En el norte de sa Teulera, cerca de Palma, nos encontramos con una imagen que duele. Entre el eco de raquetazos en las pistas de tenis y pádel, lo que debería ser un rincón agradable se ha convertido en un auténtico basurero. Allí, montones de basura, electrodomésticos viejos y residuos peligrosos se apilan sin control a la vista de todos.
La carretera está flanqueada por neveras tiradas al vacío y restos de muebles desechados. La maleza, como si estuviera en una batalla por la supervivencia, ha crecido desmesuradamente entre los caminos apenas visibles. Es triste ver cómo esta zona, con potencial para ser un espacio recreativo, es invadida por botellas y restos del típico botellón.
Un paisaje que clama atención
A medida que nos acercamos a las únicas construcciones visibles, como las casetas eléctricas, los cristales rotos y la ropa abandonada añaden una capa más a esta inquietante escena. Y mientras un vehículo de Emaya se oculta en un camino sin salida, queda claro que la falta de vigilancia permite que unos pocos ensucien lo que podría ser parte del disfrute comunitario.
Es especialmente lamentable para quienes pasean por aquí o quienes usan los clubes deportivos cercanos; muchos han visto incluso roedores atravesar la vía pública. No hay duda: estamos ante un panorama desolador al que debemos poner fin antes de que sea demasiado tarde.

