Palma

Madrid dice no a la cesión de las reliquias de Jaume I a Palma

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Palma se prepara para celebrar a lo grande los 800 años de la Conquista de Mallorca, pero con una noticia que ha dejado a muchos decepcionados: no podrá contar con la famosa cimera alada, ese emblemático símbolo que se le atribuye a Jaume I. Esta pieza histórica, que fue reclamada por Fernando VII en 1831, seguirá guardada en la Real Armería de Madrid. En cambio, Patrimonio Nacional se ha abierto a prestar una espada, aunque más bien parece un premio de consolación que nunca formó parte de la celebración del Festa de l’Estendard.

El alcalde de Palma, Jaime Martínez, decidió dar el paso y en marzo envió una carta a Ana de la Cueva, presidenta de Patrimonio Nacional. En su misiva, argumentaba que tener esas reliquias en nuestra fiesta sería “una verdadera explosión de júbilo y agradecimiento” para los ciudadanos. Desde hace siglos, estas piezas han estado presentes en Palma para recordar esa conquista gloriosa, aunque cabe recordar que ninguna perteneció realmente al rey conquistador, algo que el Ajuntament no dudó en afirmar cuando las entregó en el siglo XIX.

Una historia llena de simbolismo

La cimera del drac pennat es sin duda el objeto más conocido. Se trataba de un adorno en forma de dragón rampante que adornaba el yelmo y se convirtió en el estandarte real desde tiempos del rey Pedro IV El Ceremonioso. Aunque tradicionalmente se ha vinculado a Jaume I durante siglos, el cronista municipal Tomeu Bestard aclara que fue Martín I El Humano quien la cedió a Palma en 1407. Lo curioso es que lo que hoy tiene el Ajuntament es una réplica realizada en 1992.

A pesar del intento del alcalde por intercambiar esta original por la copia durante el tiempo del préstamo —para evitar así un vacío en Madrid— Patrimonio descartó rotundamente esta posibilidad. La respuesta fue clara: “La cimera está en un estado extremadamente delicado”, aseguraron desde Patrimonio Nacional. Un eventual traslado podría ponerla en riesgo.

Pese al desánimo por no poder contar con este símbolo icónico, queda abierta la puerta para que esa espada viaje hasta Palma si se cumplen las condiciones necesarias para su conservación. Sin embargo, resulta cuestionable su atribución a Jaume I ya que pertenece al siglo XV y es italiana; como si fuera poco también hay historias sobre cómo acabó mezclada con otras antigüedades mallorquinas.

A veces parece increíble cómo estos objetos cargan consigo tanto peso simbólico y político. Desde el momento en que un historiador sacó a relucir su existencia hasta las recientes disputas sobre su devolución nos muestran cuán relevantes son estas reliquias para nuestra identidad cultural. ¿Es solo historia o algo más? Es claro: estos símbolos tienen una carga emocional enorme para nosotros.”

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