En Palma, la necesidad de agua se ha vuelto cada vez más urgente. La empresa municipal Emaya ha decidido dar un paso adelante al plantearse la construcción de una desaladora propia. No se trata de una simple idea; han encargado un estudio para analizar la viabilidad técnica y económica de esta planta, que podría aliviar la presión sobre los recursos hídricos convencionales que están siendo cada vez más escasos.
La realidad del agua en Palma
Con un coste de 41.423 euros, este análisis busca responder a preguntas cruciales. ¿Es posible dotar a nuestra ciudad con una planta que produzca 10 hectómetros cúbicos anuales, con opción de ampliar hasta el doble? Todo esto surge porque el aumento del consumo y la disminución de las fuentes naturales nos están llevando a depender del agua desalada que compramos a terceros. Como dice Emaya, «la situación exige una evaluación rigurosa» para asegurar que no nos quedemos sin agua en el futuro.
Y es que no solo somos nosotros quienes lo sentimos; el crecimiento demográfico y el desarrollo del turismo han hecho que los recursos como embalses y acuíferos estén sufriendo una drástica reducción debido al cambio climático. En estos momentos, los embalses Cúber y Gorg Blau están apenas al 39% y 30% de su capacidad respectivamente. ¡No podemos seguir así!
Aparte del aspecto medioambiental, hay un tema económico en juego: el alto coste del agua que compramos ahora mismo es preocupante. El Ajuntament está sopesando si realmente sería más barato producir nuestra propia agua desalada en lugar de comprarla a otros proveedores. Tener nuestra desaladora no solo significaría independencia, sino también seguridad para nuestro municipio.
Aunque hoy por hoy el suministro está garantizado, esa garantía depende también del funcionamiento óptimo de las plantas existentes en Palma, Alcúdia y Andratx, todas propiedad del Govern. Es evidente que necesitamos actuar antes de que sea demasiado tarde.