La historia comenzó cuando una furgoneta aparcada en doble fila llamó la atención de los agentes de la Policía Local de Palma. Era alrededor de las 16:40 horas y, aunque el conductor aseguraba que solo estaba haciendo labores de carga y descarga, lo cierto es que su vehículo obstaculizaba el tráfico en la calle Nostra Senyora de Bonany. Pero no se quedó ahí, porque al pedirle que se detuviera para identificarlo, decidió huir como si le fuera la vida en ello.
Una persecución inesperada
Los agentes no se lo pensaron dos veces y se lanzaron a la carrera detrás de él, sumándose otras unidades policiales a esta inesperada persecución por las calles de Palma. Finalmente, lograron detenerlo y lo que encontraron dentro fue un auténtico almacén: ¡733 artículos falsificados! Entre ellos había 225 mochilas, 181 riñoneras, 206 bolsos, 113 carteras y ocho neceseres. Un verdadero bazar del engaño.
El hombre confesó que vendía estos productos en mercados municipales de Mallorca e incluso admitió que los distribuía entre otros vecinos de su misma finca. Además del golpe contra la propiedad intelectual, también se llevó otra sorpresa desagradable: carecía de permiso de conducir válido tanto en España como en toda la Unión Europea. Como resultado, tuvo que hacer venir a su hijo para que llevara la furgoneta hasta las dependencias policiales.
Cort ha señalado con preocupación que desde junio han retirado más de cinco toneladas de material relacionado con la venta ambulante ilegal; una situación alarmante donde cada objeto incautado representa un pequeño triunfo contra el fraude. En total, han intervenido mercancías equivalentes a unos veinte contenedores llenos. Así están las cosas en nuestra ciudad: entre el ingenio del fraude y los esfuerzos por mantener todo bajo control.