Imagina un tiempo en que Palma era un hervidero de vida, donde las calles estaban llenas de artesanos que ofrecían sus productos en cada esquina. Antes de que los cruceros y el turismo masivo arrasaran con la autenticidad local, la ciudad era un bullicioso mercado donde se respiraba tradición. Hoy, a pesar del avance del tiempo, aún podemos sentir la huella de aquellos maestros artesanos que dejaron su impronta en el callejero.
Un recorrido por la historia artesanal
Mientras paseamos por el casco antiguo, nombres como Flassaders, Esparters o Carnisseria nos cuentan historias de antiguos gremios. Martí Gené, un apasionado guía de las rutas Jane’s Walk, nos lleva a descubrir este legado: “Me encanta saber el porqué de los nombres de las calles”, dice con una sonrisa. Su primera parada es la iglesia de Sant Antoniet, donde hace siglos estaba la sede del Col·legi Menestral dels Hortelans. En aquel entonces, Palma estaba rodeada por huertos urbanos; había tanto que estos hortelanos fundaron su propio colegio.
Aquí es donde todo cobra sentido: cada gremio tenía su propio patrón y lugar para rendir homenaje. En este caso, Sant Antoni Abat era venerado con devoción en esta misma iglesia. Pero esto no acaba aquí; Gené comparte detalles sobre otros colegios menestrales como los molineros. Con pasión cuenta cómo se dividieron entre molineros de agua y viento según sus especialidades y patrones.
Los colegios eran más que simples agrupaciones; regulaban oficios enteros y tenían sus propios estatutos. ¡Imagínate! Eran ellos mismos quienes dictaban cómo debían trabajar y dónde encontrar lo necesario para llevar a cabo su oficio. Además, también desempeñaban funciones religiosas importantes durante festividades locales.
A medida que avanzamos por calles como Ferreria o Esparteria, descubrimos más sobre estos grupos: desde los herreros hasta los esparteros, todos con historias trágicas y heroicas tras ellos. El camino está lleno de recuerdos; incluso vemos carnicerías históricas todavía en pie y escuchamos anécdotas sobre lo que sucedió con aquellos gremios tras conflictos sociales.
Pasear por Palma no solo significa disfrutar del presente; es también un viaje al pasado donde cada esquina revela secretos olvidados y tradiciones arraigadas. Esta ciudad tiene mucho más que ofrecer que souvenirs fabricados lejos de aquí: tiene una historia rica que merece ser contada y recordada.