En la bulliciosa calle Reina Esclaramunda, donde antes se apilaban las historias de Mallorca en forma de objetos únicos, el anticuario Daniel Cota ha tomado una decisión que resuena con nostalgia: tras más de cinco décadas rodeado de antigüedades, es hora de colgar el cartel de ‘se vende todo’. Y sí, ¡no hay vuelta atrás! En apenas una semana desde que comenzó la liquidación, su tienda se ha transformado. Antes, los visitantes luchaban por abrirse paso entre las maravillas del pasado; ahora, un angosto pasillo permite vislumbrar piezas que han sobrevivido más de dos siglos.
Una época que se apaga
“Aquí están los vestigios de grandes casas mallorquinas y nobles que han desaparecido”, comenta Cota con cierta tristeza. La realidad es dura: esos palacios ahora son hoteles y lo poco que quedaba en pie se ha ido vendiendo a trozos. “Las tierras fueron primero, luego las casas y ahora su contenido. Todo para abrazar ese estilo minimalista nórdico que parece arrasar con nuestras tradiciones”, añade el veterano anticuario mientras observa cómo jóvenes sin poder adquisitivo prefieren optar por muebles baratos o incluso por la última tecnología.
El cierre de Antiga no solo significa la pérdida de un negocio; simboliza el desvanecimiento cultural. “La juventud ya no entra en tiendas como esta porque no les interesa o porque simplemente no pueden permitírselo. Muchos viven en pisos diminutos y buscan lo práctico”, lamenta Cota. Un canterano ocupa más espacio del que ellos tienen.”
A través de su mirada, vemos cómo Mallorca va despojándose lentamente de su patrimonio. Aquel rincón donde antes había 47 anticuarios hoy queda reducido a solo nueve en toda la isla. Entre los curiosos que hojean precios escritos en coloridos post-its encontramos objetos tan diversos como cascos militares a precios irrisorios o reliquias religiosas cuyo valor nos hace reflexionar sobre lo perdido.
Cota se encuentra entre esa generación comercial que está cerrando sus puertas sin esperanza a un relevo generacional. “Este drama no tiene solución”, dice mientras siente cómo la cultura local se esfuma entre las sombras del olvido.