Este martes, Palma ha vivido un auténtico caos. Los cielos grises y el descenso de temperaturas han hecho que los turistas se refugien en las calles del centro, dejando las playas a un lado. Si te paseabas por la plaza de Cort, era imposible no sentirte abrumado por la multitud; allí se había formado una verdadera marea humana que inundaba cada rincón de Ciutat, dispuestos a descubrir lo que el turismo urbano les tenía preparado.
Un tráfico descontrolado
No solo los peatones hacían su agosto; los coches también estaban atrapados en esta locura. Los aparcamientos parecían sacados de una película de desesperación: estaban repletos y las colas para entrar eran interminables. En Las Ramblas, los vehículos aguardaban pacientemente su turno hasta casi llegar al edificio de La Misericordia, mientras que en Avingudes ya se sentían las retenciones como un eco lejano pero implacable.
Si mirabas Google Maps, todo se teñía de rojo; eso significaba que los trayectos habían pasado a ser una tortura. Por ejemplo, ir desde Plaza España hasta Porto Pí podía llevarte 25 minutos. ¿Te imaginas? Un simple paseo en coche convertido en una odisea.
Y mientras tanto, el corazón de la ciudad vibraba con la energía de miles de turistas. En Sant Miquel no cabía ni un alfiler y el Mercat del Olivar estaba tan lleno que apenas podías moverte entre la multitud. Las terrazas estaban a rebosar y Blanquerna, un rincón tranquilo hasta entonces, parecía haber sido descubierto por hordas de forasteros ansiosos por disfrutar del ambiente local.
A esto hay que sumarle la llegada masiva de cruceristas: ese mismo día atracaron tres enormes barcos en el puerto. Con casi 10.000 nuevos visitantes –el Mein Schaff Relax con 3.984 pasajeros, Marella Discovery con 2.583 y Costa Pacífica con 3.000– Palma estaba completamente desbordada.
Así es como cada vez que asoma una nube en el horizonte durante la temporada alta turística, muchos deciden dejar las playas atrás para abarrotar las calles y plazas del centro. Un fenómeno habitual pero sin duda inquietante para quienes vivimos aquí.