En el corazón de Can Pastilla, un lugar que debería ser sinónimo de turismo y descanso, se esconde una realidad inquietante. La okupación y la proliferación de asentamientos han encontrado su espacio en este rincón de Palma, donde personas sin hogar y okupas buscan refugio en medio de la tranquilidad del lugar. Durante el invierno, su presencia pasa desapercibida, pero con la llegada del verano y el aumento del turismo, se vuelven más visibles. El fenómeno no solo afecta a los indigentes; también aquellos que no pueden afrontar los altos precios del alquiler se ven empujados a buscar alternativas.
Un paisaje transformado por la necesidad
Cerca de la Playa de Palma, especialmente en las zonas menos transitadas, estos grupos han ido ocupando espacios abandonados o terrenos vacíos. Imagina un paisaje donde autocaravanas se instalan junto a fincas desiertas; eso es lo que está ocurriendo ahora mismo. Los propietarios de las casas cercanas están preocupados y muchos ya han reforzado sus medidas de seguridad ante la incertidumbre que esta situación provoca.
No son solo barracas las que emergen; también se pueden ver viejas casas de campo convertidas en refugios improvisados para quienes no tienen adónde ir. A menudo, estas viviendas carecen incluso de luz o agua corriente. Sin embargo, su proximidad a supermercados y gasolineras les brinda cierta comodidad en su difícil día a día.
A lo largo del Camí de Can Bogueta, uno puede observar signos claros de okupación: puertas forzadas, coches abandonados y un ambiente que denota vida entre las ruinas. Mientras tanto, una única vivienda habitada por sus propietarios hace lo posible por protegerse ante la ola creciente de intrusos.
Aunque hay intentos por disuadir a los ocupantes con carteles o perros guardianes, parece que estas estrategias poco efectivas han dejado al vecindario al borde del desasosiego. Un antiguo restaurante cerca del colegio público muestra una acumulación alarmante de basura junto a tiendas de campaña. Todo esto ocurre en una zona turística emblemática que debería estar llena de vida vibrante.
No podemos ignorar esta realidad compleja; es fundamental reflexionar sobre cómo hemos llegado aquí. La comunidad merece más atención y soluciones reales para abordar estos problemas sin caer en estigmas ni prejuicios.