Este miércoles, algo curioso ha captado la atención de los paseantes en el torrente de sa Riera, justo donde el agua encuentra su camino hacia Palma. Una cinta de equilibrio, típica del slackline, se ha instalado a escasa altura del suelo, apenas un metro. Un joven fue visto ajustando la cuerda poco antes, pero para sorpresa de muchos, se marchó dejando todo tal cual.
La polémica está servida
La cuerda sigue ahí, cruzando el cauce y generando una mezcla de asombro y críticas entre quienes pasan por allí. Algunos lo ven como un acto divertido, mientras que otros claman al cielo por lo que consideran un comportamiento incívico. Esta no es la primera vez que este rincón se convierte en escenario para actividades arriesgadas; recordemos aquel episodio en 2020 cuando un grupo de jóvenes decidió hacer rafting bajo una lluvia torrencial.
No obstante, las cosas no terminan aquí. En paralelo a esta escena casi surrealista, varios vecinos han expresado su malestar por el fuerte olor que emana del lugar, resultado del estancamiento del agua. Todo un cóctel que invita a reflexionar sobre cómo estamos cuidando nuestros espacios naturales.