Imagina esto: un hombre, con la brisa suave de la tarde acariciando su rostro, se decide a echarse una siesta en un lugar poco convencional. Así fue como este martes en la plaza Porta des Camp, en Palma, el protagonista de nuestra historia optó por colgar su hamaca entre las esculturas de Pere Pavia. Sí, has leído bien. En un acto que mezcla creatividad y un toque de rebeldía, transformó esta escultura en su improvisado refugio para descansar.
Un momento que no pasó desapercibido
Los viandantes no podían creer lo que veían. La escena era tan curiosa como polémica; ver a alguien durmiendo al aire libre, atado a una obra de arte, provocó risas y miradas sorprendidas. Con el extremo de su hamaca anudado a una figura de bronce y el otro sostenido por una rama cercana —donde también dejó su skate— el hombre parecía disfrutar del momento como pocos lo harían.
En ese instante, muchas preguntas surgen: ¿es esto una genialidad o un acto descabellado? La realidad es que cada uno tiene sus maneras de buscar el descanso, incluso si eso significa convertir un espacio público en su propio oasis personal. Y mientras unos se rasgan las vestiduras ante esta visión poco ortodoxa, otros simplemente sonríen ante la espontaneidad del asunto.