En la palmesana barriada de La Soledat, el viejo bar que antaño animaba las esquinas de las calles Manacor y Reyes Católicos ahora se desmorona, como si quisiera contar su triste historia. Los vecinos han tomado precauciones y evitan pasar bajo su porche, que ya ha sufrido algún desplome peligroso. Pero si giramos la esquina, nos encontramos con una puerta metálica desgastada en el número 117 de la calle Manacor. Esta puerta da acceso a una vivienda okupada, situada justo encima de aquel bar cerrado que fue un punto de encuentro para muchos.
Un hogar inesperado en medio del abandono
La imagen es inquietante; a pocos pasos hay signos evidentes de conflicto y abandono, pero al cruzar esa puerta, todo cambia. Dentro, encontramos bolsas de la compra y un cochecito de bebé que contrastan con el oscuro pasillo hacia lo que es ahora un hogar. Y sí, sorprendentemente, cuenta con suministro eléctrico y se mantiene bastante bien cuidado. Las persianas tienen su historia: algunas están rotas y otras apenas se sostienen.
Los okupas no tenían idea del vallado del porche del antiguo café ni de los planes para ese espacio olvidado. Sin embargo, han logrado conservar este lugar con esmero; está limpio y ordenado. Las baldosas originales decoran no solo la fachada exterior sino también el interior, recordando que alguna vez aquí vivió una familia con raíces profundas en el barrio.
A pesar del aspecto descuidado desde fuera, al entrar se respira otra vida. Esto contrasta fuertemente con el panorama desolador que predomina en la zona norte de La Soledat. Muchas propiedades están marcadas por el abandono; algunas incluso enfrentan el riesgo inminente de derrumbe en la parte sur del barrio. Así es como una comunidad va lidiando día a día con sus propios fantasmas mientras otros espacios recuperan un brillo fugaz.