Las escoletes municipales están viviendo días convulsos. En los últimos dos amaneceres, sus puertas han amanecido bloqueadas, y no por un simple atasco. El martes, las trabajadoras se encontraron con cerraduras completamente inutilizadas, llenas de pasta. Esto obligó a muchos padres a esperar con sus pequeños, incapaces de dejarles en la escoleta antes de irse a trabajar. Este mismo escenario se repitió en todos los centros afectados por la huelga.
Tensión en el aire y exigencias claras
Ayer, la situación no mejoró del todo; algunos centros volvían a tener problemas para abrir sus puertas. El Ajuntament movilizó rápidamente sus servicios de mantenimiento, aunque fue necesaria la intervención de un cerrajero para desbloquear el acceso. Mientras el profesional luchaba por abrir las puertas, el ambiente era tenso; nadie quería que esto se convirtiera en un caos total. Y es que la empresa responsable del servicio, Estudi 6, ya ha presentado las denuncias pertinentes.
Una madre afectada comentaba: «Llevamos dos días así y no podemos entrar. Los padres estamos atrapados entre nuestras obligaciones laborales y el caos que genera esta situación». Es claro que este sabotaje busca hacer ruido; con unos servicios mínimos tan escasos, pocos niños han podido acogerse a ellos y muchos acaban yendo directamente al colegio.
Desde el comité de huelga se deslindan completamente de este acto destructivo e incluso ayer volvieron a concentrarse en Cort con silbatos y cacerolas para exigir al Ajuntament una negociación real. Además, para este viernes han planeado un acto simbólico que promete ser contundente.
Mientras tanto, la regidora de Educació, Lourdes Roca, defendía las propuestas que su partido considera legales frente a las críticas de la oposición que piden soluciones inmediatas. La tensión va creciendo: los regidores advierten al PP sobre el descontento monumental entre educadoras; saben bien que su lucha por mejores condiciones apenas empieza.