En la periferia de Palma se encuentra Son Rullán, una barriada que, como si de un libro se tratara, tiene dos caras. A lo largo de los años, muchas generaciones de palmesanos han asociado este lugar con el acuartelamiento del Ejército del Aire, un punto que ha sido testigo del crecimiento de una colonia de viviendas modestas, donde las plantas bajas nos cuentan historias pasadas. Sin embargo, hoy en día Son Rullán también quiere ser parte del presente y abrirse al futuro.
El cambio es posible
A medida que caminamos por sus calles, nos encontramos con dos mundos. Por un lado están esas casas blancas que parecen haber detenido el tiempo; algunas abandonadas y otras bien cuidadas. Pero a unos pasos más allá, nuevas edificaciones emergen entre nombres ilustres como Gonzalo Torrente Ballester o Gloria Fuertes, señalando el camino hacia un nuevo horizonte.
No solo hay vida residencial aquí; también se han construido colegios públicos e institutos que acogen a estudiantes ajenos a las fuerzas armadas. Además, un centro de salud se ha instalado para atender a los residentes cercanos. ¿Y qué decir del parque o la pista polideportiva? Son puntos de encuentro vitales para los vecinos.
Pero no todo es color de rosa. Aunque los esfuerzos por limpiar y mantener el barrio son evidentes gracias a Emaya, la realidad muestra calles descuidadas donde la vegetación toma protagonismo. Y sí, hay quienes dicen haber visto caravanas estacionadas en las calles; algunos podrían pensar que es un problema nuevo en la zona.
A pesar de esto, hay esperanza. El Ajuntament lleva años trabajando junto al Ministerio de Defensa para integrar Son Rullán con el resto de Palma. Con planes especiales para proteger su singularidad arquitectónica y evitar el monocultivo turístico que tanto daño puede hacer a lugares como este, parece que cada vez más personas comienzan a ver el potencial escondido tras esos muros.
Así está Son Rullán hoy: bien comunicada gracias a las líneas 3 y 34 del transporte público y cercana a estaciones de tren. Un lugar donde los vecinos quieren hacer ruido y hacerse notar en una ciudad llena de historia pero ansiosa por renovarse.