En el corazón de Son Sardina, un barrio palmesano lleno de vida, los vecinos han decidido no quedarse callados. La situación que viven cerca de la calle Metge Sbert y la plaza Molins d’Aigua es un claro reflejo del descontento general. Los árboles, esos guardianes naturales que deberían embellecer nuestro entorno, se han convertido en una fuente de problemas. Las moreras, que antaño ofrecían sombra y frescura, ahora presentan ramas rotas que caen sin previo aviso, poniendo en peligro tanto a quienes pasean como a los vehículos que transitan por la zona.
Una lucha constante contra la suciedad
Pero eso no es todo. La caída de frutos ha dejado las aceras cubiertas de una mezcla pegajosa y maloliente que se vuelve insoportable con el calor. «¡Es un asco!», comenta un vecino visiblemente molesto. Y no es para menos; cada paso se convierte en una odisea entre malos olores y el riesgo de tropezar con las ramas caídas. La comunidad no puede más y exige al Ajuntament de Palma, a través del departamento de Parcs i Jardins, que tome medidas urgentes.
No solo buscan una solución temporal; quieren un plan sólido que evite futuros episodios similares. ¿Es mucho pedir poder caminar sin preocupaciones? Los residentes reclaman podas regulares y un mantenimiento adecuado para evitar que su barrio se convierta en un verdadero monocultivo turístico donde lo único atractivo sean los árboles muertos y el hedor del descuido.