Los asentamientos chabolistas y las viviendas improvisadas que salpican la periferia de Palma no son precisamente un refugio seguro. Cada vez más, los habitantes de estos lugares alzan la voz ante lo que consideran una amenaza: la presencia de jóvenes argelinos a quienes identifican por su acento y lengua. Estos individuos, con una falta total de respeto hacia la comunidad, han comenzado a entrar en sus tiendas y barracas para llevarse lo que pueden.
Aprovechando que muchos se van a trabajar o a buscar chatarra, estos ladrones no titubean en hacer su agosto. No solo se llevan teléfonos móviles o dinero; sorprendentemente, también parece que tienen una extraña obsesión por la ropa. “Un grupo vino aquí, nos quitaron nuestra ropa y se fueron caminando como si nada”, cuentan dos hombres marroquíes que han hecho de este lugar su hogar tras años de trabajo en Mallorca. Ellos, gracias a una placa solar, logran cargar sus dispositivos y seguir adelante en medio de esta situación tan precaria.
Un clamor por justicia
“Los argelinos vienen a robarnos”, afirman con frustración mientras recuerdan cómo han intentado llamar a la Policía sin obtener resultados satisfactorios. “Cuando llamamos, nos dicen que no pueden hacer nada”, añaden entre lamentos. Esta situación ha llevado a muchos a salir con miedo, temiendo regresar y encontrar sus cosas destrozadas.
“Es un acto miserable robarle a alguien que ya tiene tan poco”, dicen con desánimo aquellos que viven día tras día luchando por sobrevivir en estas condiciones. A pesar de su esfuerzo constante esperando ser llamados para trabajar cada temporada, sienten como si les hicieran un vacío injusto comparándolos con los delincuentes.
Incluso han tenido enfrentamientos físicos en algún momento, recordando instantes donde tuvieron que defenderse ante estos asaltantes violentos. “Nos defendimos porque son peligrosos. Los detienen pero al poco tiempo ya están otra vez libres”. Esta sensación de impotencia es palpable entre los residentes; temen nuevos asaltos pero están decididos a plantarle cara a quienes les arrebatan lo poco que tienen.