Palma

Un nuevo asentamiento chabolista se asienta en las sombras de la vía de cintura

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En el corazón de Palma, bajo el incesante murmullo de la vía de cintura, se alza un nuevo macropoblado que parece crecer a la sombra del silencio. Este asentamiento, ubicado cerca de un conocido centro deportivo en el polígono de Can Valero, ha encontrado su hogar justo al lado del cementerio y a pie del torrente de Sa Riera. La escena es desoladora: edificaciones improvisadas surgen entre la maleza, como si el tiempo se hubiera detenido en este rincón olvidado.

Al acercarnos, nos topamos con un acceso pavimentado que conecta con el vial que discurre paralelo al torrente. Un camino que invita a entrar en un mundo donde las infraviviendas construidas con tablones de madera conforman un mapa caótico pero habitado. Aquí, varios vehículos —algunos claramente abandonados y otros con matrículas extranjeras— ocupan este espacio donde reina una extraña calma durante las mañanas.

Una vida entre la precariedad y la resistencia

Uno de los habitantes, un búlgaro que no oculta su malestar por nuestra presencia, revela que muchos compatriotas viven aquí; incluso ondea una bandera rusa desde uno de los tejados. Su reacción visceral al vernos refleja no solo su enfado sino también una lucha por ser vistos en medio del olvido. Entre las estructuras provisionales destacan unas placas solares que podrían proporcionar electricidad, una chispa de esperanza en medio del desamparo.

No muy lejos encontramos otro pequeño asentamiento rodeado por basura y residuos, como si fuera un anticipo del mayor poblado bajo los puentes. A pesar del caos aparente, algunos espacios muestran orden y cuidado; incluso hay zonas ajardinadas donde florece la vida en medio de tanto abandono. Es curioso cómo dentro de esta precariedad puede surgir algo tan humano como el deseo de vivir dignamente.

A lo largo del cauce del torrente Sa Riera, el chabolismo se erige como un fenómeno difícil de ignorar en Palma. En las cercanías del Parc des Canòdrom también brota otro asentamiento más pequeño. Y oculto entre la maleza aparece otra chabola considerablemente grande, visible desde Son Serra Parera, uno de los barrios más amplios. Estos poblados llevan tiempo invisibles a los ojos del resto; sin embargo, cada vez resulta más complicado esconder sus huellas en el paisaje urbano.

No podemos hacer oídos sordos ante esta realidad que crece silenciosamente a nuestro alrededor; estos asentamientos son parte integral del extrarradio palmesano y merece nuestra atención antes de que se conviertan en parte habitual e inevitable del paisaje.

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