Palma

Las educadoras de escoletas luchan por un salario justo con el respaldo de los padres

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Este lunes, las escoletas municipales externalizadas han arrancado su huelga indefinida con una participación del 100%. Las trabajadoras, que apenas llegan a los 1.200 euros al mes, están decididas a alzar la voz y exigen mejoras salariales. «La mayoría de nosotras hemos sido convocadas, pero solo un 15% puede hacer huelga», denuncia una educadora en las puertas de la escoleta Ciutat Antiga, uno de esos centros afectados.

Afuera, un grupo de madres y padres se agrupa para mostrar su apoyo a las educadoras. Han recolectado más de 3.000 firmas, y uno de ellos comenta: «Ellas ganan muy poco y tienen que cuidar a muchos niños. Hoy me llevo a mi hija a casa para respaldarlas». Estas palabras resuenan en el aire mientras se vive un momento tenso pero esperanzador.

Una lucha necesaria por la dignidad laboral

Cristina Martí, educadora en Son Ferriol y portavoz del colectivo, señala con firmeza: «Pedimos que se nos equipare salarialmente porque hacemos lo mismo que las trabajadoras internalizadas». Su voz se quiebra un poco al mencionar que las internalizadas reciben casi 1.800 euros, mientras ellas siguen arrastrando esta desigualdad desde hace más de dos décadas.

«Vivir en Mallorca es imposible con este sueldo», lamenta Cristina. La situación ha llegado a tal punto que ni siquiera pueden permitirse pagar el alquiler o comer dignamente. Y aunque el Ajuntament ha intentado dar respuesta, la propuesta fue ridícula: solo 47 euros brutos al mes. «Es insuficiente», subraya.

Pepa Ramis, representante de CC OO, no se queda atrás y recalca la injusticia histórica que viven estas trabajadoras: «No han convocado al comité de huelga para discutir servicios mínimos adecuados y eso es inaceptable». Para ella, hay una clara connotación de género en esta problemática y asegura: «Si fuera otro tipo de colectivo, estoy convencida de que actuarían diferente».

A medida que los padres apoyan la causa dejando a sus hijos en casa o buscando alternativas para solidarizarse con las huelguistas, Natalia Llompart comparte su experiencia: «Lo siento mucho; hoy no tenía dónde dejarlo. Pero mañana estará con la abuela para poder apoyarles». Estos momentos reflejan la unión entre familias y educadores en busca de justicia.

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