En la Playa de Palma, justo al lado del bullicioso ‘Ballermann’, la temporada turística está a punto de empezar, pero para algunos, la llegada del verano trae consigo una lucha constante. La imagen que debería ser de vacaciones y diversión se ve empañada por la dura realidad de quienes viven en las calles. A escasos metros del mar, esos sintecho han trasladado su precaria existencia desde un pasadizo hacia el aparcamiento tras un bloque de apartamentos. Allí, han hecho su cama entre vehículos estacionados, con colchones desgastados y pocas pertenencias que les acompañan.
Una situación insostenible
Los vecinos cuentan cómo estas personas han convertido este espacio en un auténtico dormitorio improvisado. El panorama no solo es triste, sino que también ha generado una creciente preocupación por la higiene y la seguridad. Urgentes gritos de auxilio se escuchan entre los residentes: «Esto es insoportable», afirman con indignación. Llevan meses lidiando con malos olores y actos perturbadores, como el consumo abierto de drogas.
A medida que el sol se asoma cada mañana, los trileros se preparan para hacer su agosto a costa del turista despistado, mientras aquellos que deberían pasar desapercibidos están ahí, durmiendo bajo la mirada atenta de quienes buscan disfrutar del día. Es un espectáculo desolador que transforma lo que alguna vez fue un camino comercial en un recordatorio escalofriante del sufrimiento humano.
La situación ha empeorado desde otoño pasado y ahora parece haber alcanzado su punto crítico justo cuando más visitantes llegan a esta zona conocida por su oferta lúdica y festiva. Lo cierto es que este rincón empieza a ser conocido más como un ‘punto negro’ en el mapa turístico que como una joya costera. Los residentes sienten impotencia; cada día deben convivir con esta amarga realidad que no solo afecta sus vidas cotidianas, sino también la imagen misma de Palma como destino turístico.