El torrente de Sa Riera ha cambiado su rostro, pasando de un azul vibrante a un inquietante verde algoso. Este fenómeno, que ya ha llamado la atención de los residentes y visitantes, parece tener una explicación sencilla: la combinación de agua estancada y temperaturas en aumento. Un verdadero cóctel que favorece el crecimiento descontrolado de estas algas.
Este jueves, los vecinos no ocultaban su preocupación. Al acercarse al borde del torrente, muchos se preguntaban cómo era posible que un lugar tan emblemático estuviese en este estado justo cuando la temporada turística comienza. Las miradas perdidas en el agua reflejaban una sensación compartida: el paisaje natural se había convertido en una imagen descuidada que deja mucho que desear.
A la espera de la lluvia
Con el mar y el Real Club Náutico de Palma a pocos pasos, los transeúntes comentaban entre sí lo lamentable que resulta ver así a su ciudad. Y no es para menos; todos deseamos mostrar lo mejor de nuestro hogar a quienes nos visitan. Ahora solo queda esperar las lluvias pronosticadas para este fin de semana, con la esperanza de que traigan consigo una regeneración del torrente y nos ayuden a recuperar ese aspecto atractivo y saludable tan característico.