En el corazón de Son Oliva, tres okupas han encontrado refugio en una antigua escoleta infantil. Desde principios de febrero, su presencia ha generado inquietud entre los vecinos, quienes no saben muy bien cómo encajar esta situación. Dos hombres de origen árabe y una mujer española, pareja de uno de ellos, se muestran sorprendidos por el revuelo que han causado. «No queremos ser un problema», insisten al unísono.
Un intento de diálogo
Con el deseo de ser parte del vecindario y no causar molestias, han intentado contactar con el Ajuntament de Palma y el IMAS para buscar ayuda. La mujer explica: «Queremos que nos den de alta la luz. Agua tenemos, pero queremos pagarla y estar legalmente aquí si nos dejan». Y es que no son personas que buscan tirarlo todo a la basura; al contrario, están dedicando tiempo a limpiar el jardín y restaurar las paredes deterioradas. Uno de ellos admite haber estado en prisión recientemente, pero asegura que eso no define su carácter.
A pesar del esfuerzo por integrarse, muchos residentes sienten una creciente preocupación ante lo desconocido. Las cerraduras cambiadas y las viejas alarmas inactivas evocan temores sobre la seguridad del barrio. Sin embargo, estos tres okupas repiten una y otra vez: «Si nos piden que nos vayamos, entregaremos las llaves sin problemas». Su mensaje es claro: no buscan conflictos ni molestias.
Así se presenta este nuevo capítulo en Palma, donde dos realidades chocan: la inquietud vecinal frente a la búsqueda desesperada de un hogar. ¿Serán capaces ambos lados de encontrar un punto en común?