Este miércoles, el Congreso de los Diputados fue testigo de un momento que nos llegó a todos al corazón. En medio de un debate lleno de tensión sobre la corrupción en España, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, no pudo contener las lágrimas cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, mencionó a su padre, Suso Díaz, quien falleció un día antes a los 80 años.
Vestida de blanco como muchas diputadas de Sumar, Yolanda mostró su emoción palpable durante las palabras del presidente, quien rindió homenaje a este histórico sindicalista gallego. Después de su intervención, la vicepresidenta pidió disculpas por tener que ausentarse, recibiendo condolencias de compañeros políticos como Sánchez y Alberto Núñez Feijóo.
Un legado que trasciende la política
El fallecimiento de Suso Díaz ha suscitado numerosas muestras de cariño en el ámbito político español. Ha sido un paréntesis significativo en esta vorágine política donde lo humano parecía desvanecerse. Todos recordamos que más allá de nuestras diferencias ideológicas hay vidas y emociones compartidas.
Suso Díaz no solo fue un referente del sindicalismo gallego; nació en 1944 y luchó con valentía por los derechos laborales desde los últimos años del franquismo. Militante del Partido Comunista y fundador de Comisiones Obreras en Galicia, dejó una huella indeleble que incluso sus adversarios reconocen hoy con respeto tras su partida.
Su influencia en la vida y carrera política de Yolanda es innegable. Ella misma ha confesado que él ha sido una guía fundamental para ella; sus valores sobre justicia social y compromiso han sido pilares en su trayectoria. Este emotivo momento nos recuerda a todos lo importante que es honrar nuestras raíces mientras seguimos adelante.