El pasado lunes, las autoridades australianas decidieron dar un paso firme y trasladar a prisión a uno de los responsables del ataque que dejó una huella profunda en la festividad judía de Janucá en Sídney. Naveed Akram, de tan solo 24 años, había estado recuperándose en un hospital después de haber recibido un disparo durante el violento incidente que se desató en la playa de Bondi.
Una historia desgarradora
Acompañado por un despliegue policial impresionante, Akram fue llevado desde el hospital hasta el Complejo Correccional de Long Bay, donde enfrentará su destino. Su padre, quien también estaba implicado en el ataque y perdió la vida durante el tiroteo, deja tras de sí un rastro de dolor y preguntas sin respuesta. Aunque Akram había solicitado salir bajo fianza, esa petición fue denegada sin titubeos.
La tragedia ocurrió cuando un grupo grande se reunía para celebrar una festividad que debería haber sido alegre; 15 vidas fueron arrebatadas y más de 40 personas resultaron heridas. Lo más inquietante es que las autoridades han revelado que tanto él como su padre recibieron entrenamiento dentro del propio país, desmintiendo rumores sobre su posible preparación en Filipinas.
Antes del ataque con armas de fuego —que dejó a toda la comunidad temblando— los agresores habían lanzado cuatro artefactos explosivos que afortunadamente no detonaron. Imagínate la escena: unas 2.000 personas disfrutando del evento cuando se encontraron con esta pesadilla. La pregunta que todos nos hacemos es: ¿hasta cuándo tendremos que vivir con este tipo de violencia?

