En un giro que ha vuelto a encender el debate, un portavoz del expresidente de Estados Unidos, Bill Clinton, ha salido al paso de las acusaciones que lo vinculan con la red de tráfico de menores liderada por el financiero Jeffrey Epstein. Según Angel Ureña, este despliegue de imágenes del exmandatario en los últimos documentos desclasificados no es más que una maniobra de Donald Trump, amigo íntimo de Epstein, para desviar la atención sobre su propia relación con el escándalo.
Las imágenes que incomodan
En una de las instantáneas, Clinton aparece relajado en una piscina rodeado de burbujas y acompañado por una joven cuyo rostro ha sido censurado. En otra imagen más comprometida, se le ve sentado en un avión privado con una rubia anónima en su regazo. Ureña no se ha quedado callado y ha criticado abiertamente la estrategia del Departamento de Justicia: «No están ocultando estos archivos para proteger a Bill Clinton; lo hacen para encubrir algo mucho más grande».
El portavoz continúa defendiendo a Clinton, afirmando que “hay dos tipos de personas en esta historia: aquellos que cortaron lazos con Epstein antes de que todo saliera a la luz y los que siguieron cerca después”. Y subraya: «Nosotros estamos en el primer grupo». Además, lanza un mensaje claro a quienes piden respuestas: “Lo único que todos esperan son explicaciones reales, no chivos expiatorios”.
Parece que esto es solo el principio. El líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer, también ha arremetido contra el Departamento de Justicia por su falta de transparencia al publicar documentos censurados y omitir información crucial sobre el caso Epstein. Y mientras tanto, algunos republicanos como Thomas Massie han pedido cuentas sobre este manejo poco claro. La tensión está servida y muchos observan atentamente cómo se desarrolla este complicado entramado.

