El pasado domingo, el corazón de la provincia marroquí de Safi se vio sacudido por una tormenta devastadora. A unos 300 kilómetros de Rabat, las lluvias torrenciales provocaron inundaciones que dejaron un trágico saldo: al menos 21 personas han perdido la vida y más de 30 resultaron heridas. La situación fue crítica; en cuestión de una hora, lo que debería ser un día normal se convirtió en una auténtica pesadilla para los habitantes.
Una comunidad golpeada por la naturaleza
A medida que las aguas arrasaban todo a su paso, unas 70 viviendas y comercios del casco histórico quedaron bajo el agua. ¿Quién podría imaginarse que un momento podría cambiar tanto nuestras vidas? Los vecinos vieron cómo sus hogares se convertían en ríos turbulentos. Además, alrededor de diez vehículos fueron arrastrados, dejando a muchos sin medios para desplazarse.
Las autoridades locales han hecho un llamado urgente a la calma mientras se recuperan los daños y buscan a aquellos afectados. Esta no es solo una tragedia; es un recordatorio brutal de cómo estamos expuestos a los caprichos del clima. La Dirección General de Meteorología (DGM) ha advertido que estas tormentas podrían continuar hasta el martes, dejando a todos con la incertidumbre en el aire.

