El activista y magnate de los medios Jimmy Lai, una figura emblemática de la oposición en Hong Kong, ha sido declarado culpable de sedición y conspiración. Con 78 años a cuestas, Lai se enfrenta a una posible cadena perpetua que pone en jaque no solo su futuro, sino también el de la libertad de expresión en el territorio. Este veredicto llega tras dos años de un juicio que ha levantado ampollas tanto dentro como fuera de las fronteras chinas.
Según el tribunal, tanto Lai como su famoso diario, ‘Apple Daily’, fueron instrumentalizados para fomentar lo que ellos llaman la «injerencia» de potencias extranjeras. Acusaciones que parecen más bien un intento desesperado por silenciar cualquier voz disidente. Desde su arresto en diciembre de 2020, bajo esa polémica ley de seguridad nacional impuesta por Pekín, Lai lleva ya cinco años entre rejas.
Un símbolo del descontento
En este proceso, uno de los jueces se atrevió a calificar el testimonio del propio Lai como «evasivo» y «poco fiable», sugiriendo comparaciones con declaraciones que podría dar alguien instando a derrocar al gobierno estadounidense. ¡Vaya manera de jugar con las palabras! Pero aquí no estamos hablando solo de un juicio; estamos ante un símbolo palpable del asedio contra aquellos que osan cuestionar al régimen.
Lai no es solo un nombre; representa la resistencia frente a las injusticias. Su condena se suma al triste legado de represión que han sufrido muchos otros opositores desde aquellas impresionantes protestas masivas que sacudieron Hong Kong desde 2019. Aquellas movilizaciones resonaron como nunca antes desde que Reino Unido cedió el control del territorio a China en 1997.

