En Bruselas, el 15 de diciembre, la Alta Representante de la Unión Europea para Política Exterior, Kaja Kallas, ha puesto sobre la mesa un tema que nos afecta a todos: el futuro de Ucrania. Este lunes, durante su llegada a la reunión de ministros de Exteriores, reconoció que cada vez es más complicado conseguir ese préstamo tan necesario utilizando activos rusos congelados. Sin embargo, no se detuvo ahí; insistió en que es la opción más viable que tenemos.
«La opción más creíble es el préstamo de reparaciones», comentó Kallas con esa sinceridad que siempre le caracteriza. Y aunque admitió que aún no hemos llegado a ese punto y que cada día se presenta un nuevo desafío, afirmó categóricamente: «Estamos haciendo el trabajo». Estas palabras resuenan entre los líderes europeos mientras se preparan para una semana decisiva en torno al apoyo a Ucrania.
Los desafíos del consenso europeo
A medida que se acerca la cumbre del 18 y 19 de diciembre, las reticencias aumentan. Países como Malta, Bulgaria o Italia han expresado sus dudas al igual que Bélgica, donde se encuentra Euroclear —la institución responsable de mantener congelados esos activos rusos—. La presión sobre Kallas es palpable y ella misma lo reconoce: «Las otras opciones no están funcionando realmente».
A pesar de las dificultades, hay un rayo de esperanza; el préstamo podría ser aprobado con una mayoría cualificada entre los Estados Miembros. Otras alternativas, como financiar a Ucrania mediante eurobonos, requieren unanimidad y ya han fracasado en ocasiones anteriores.
El tiempo apremia. La cumbre está llamada a ser crucial para definir cómo se sostiene a Ucrania durante los próximos años en medio del conflicto. Aunque no sabemos cómo terminará esta guerra, lo cierto es que el Ejército ucraniano calcula necesitar unos 70.000 millones al año para seguir manteniendo a raya la amenaza rusa.

