En una mañana trágica, el 13 de diciembre, nos llega la desgarradora noticia de que dos soldados estadounidenses y un intérprete civil han muerto tras un ataque en Palmira, Siria. El Departamento de Defensa de Estados Unidos ha confirmado este suceso que nos deja a todos con un nudo en la garganta.
El portavoz del Pentágono, Sean Parnell, compartió la información a través de su cuenta en X, revelando que tres personas también resultaron heridas durante el ataque mientras apoyaban una operación antiterrorista contra el Estado Islámico. Este tipo de situaciones nos recuerdan lo peligroso que es el terreno donde se encuentran nuestros soldados y cómo cada día hay vidas en juego.
La búsqueda de justicia ante la pérdida
Aún no se ha hecho pública la identidad de los fallecidos; las autoridades están esperando notificar a sus familias antes de revelar sus nombres. Parnell añadió que el ataque está siendo investigado activamente. Desde el Mando Central, encargado de las fuerzas desplegadas entre Egipto y Pakistán, informaron sobre esta emboscada y confirmaron que el tirador fue abatido por las tropas estadounidenses.
Pete Hegseth, secretario de Defensa, dejó claro que “si atacas a estadounidenses en cualquier parte del mundo, no escaparás”. Estas palabras resuenan con fuerza y reflejan la determinación del país para proteger a sus ciudadanos.
Según informes previos de SANA, al menos dos sirios también resultaron heridos durante este ataque perpetrado por un individuo armado aún no identificado. Las circunstancias son confusas: algunos apuntan que el tiroteo ocurrió dentro de una sede clave para los servicios secretos sirios. Sin embargo, esto no ha sido confirmado. En medio del caos y la tragedia se siente una mezcla de rabia e impotencia. ¿Hasta cuándo seguiremos viendo estas pérdidas? Y lo más importante: ¿qué pasará con las familias afectadas?

