La madrugada del jueves trajo consigo un rayo de esperanza para muchos venezolanos. María Corina Machado, líder de la oposición, apareció en Oslo después de once largos meses viviendo en la clandestinidad. ¿El motivo? La entrega del Premio Nobel de la Paz que su hija había recibido el día anterior.
Desde el balcón del Grand Hotel, la opositora saludó a sus seguidores, quienes no pudieron contener los aplausos y gritos de «¡libertad!». Juntos, entonaron el himno nacional de Venezuela, un momento que resonó profundamente entre todos los presentes. No es fácil estar en su piel; Machado ha estrechado manos y abrazado a aquellos valientes que se habían acercado a las vallas de seguridad para mostrarle su apoyo.
Una historia de valentía y sacrificio
Poco antes, el presidente del Comité Noruego, Jorgen Watne Frydnes, confirmaba su llegada a Oslo pero con una nota amarga: no habría rueda de prensa como se había anunciado. La política iba directa a reunirse con su familia, algo que llevaba esperando demasiado tiempo. En un emotivo vídeo compartido por una cadena pública noruega, María Corina resaltó que su presencia allí era un verdadero «milagro» y recordó cómo muchos hombres y mujeres venezolanos han puesto sus vidas en riesgo para permitirle ese instante.
“No quiero ponerlos en peligro”, expresó con sinceridad mientras reflexionaba sobre lo difícil que es para ellos salir del país bajo la persecución del régimen. “Siempre estaré donde pueda hacer más por nuestra causa”, añadió con firmeza. Justo antes, había contado cómo fue reencontrarse con sus seres queridos: «No veía a mis hijos desde hace casi dos años», confesó entre emociones encontradas.
Los recuerdos fluyeron rápidamente; mencionó a su madre, quien también tuvo que irse y a quien no había visto en seis meses. “Hay personas que amo profundamente y no veía desde hace más de diez años”, dijo mientras trataba de procesar todo lo vivido en esos momentos tan intensos.
A pesar de haber estado escondida durante tanto tiempo para evitar ser detenida por las autoridades venezolanas, este reencuentro ha sido una bocanada de aire fresco en medio del caos. Sin embargo, no llegó justo a tiempo para recoger el galardón ella misma; esa tarea recayó sobre su hija Ana Corina Sosa. Pero eso no importa ahora; lo verdaderamente valioso es este regreso lleno de amor y esperanza.

