Fez, Marruecos, es ahora escenario de un doloroso acontecimiento que nos deja con el corazón encogido. Cerca de 20 personas han perdido la vida tras el derrumbe de dos inmuebles contiguos en el barrio Al Mustaqbal. Las autoridades han confirmado hasta el momento 19 fallecidos y al menos 16 heridos graves, pero lo más preocupante es que esta cifra podría aumentar a medida que avancen las labores de rescate.
Imagínate, ocho familias vivían en esos edificios de cuatro plantas cada uno. La escena es desgarradora; los equipos de rescate trabajan sin descanso entre los escombros, buscando sobrevivientes y tratando de sacar a quienes aún pueden estar atrapados. Las fuerzas de seguridad también están evacuando a los residentes de casas cercanas por el riesgo inminente de más derrumbes. Esto no solo es una tragedia; es un grito colectivo que nos recuerda la fragilidad de la vida.
Causas inciertas, esperanza persistente
Aún no se conocen las causas exactas del colapso, lo cual añade una capa más al sufrimiento que ya sienten los afectados y sus seres queridos. La incertidumbre pesa como una losa sobre todos nosotros mientras esperamos noticias. Lo único claro es que detrás de cada número hay una historia, una familia rota y un futuro truncado.
Estamos ante un momento crítico donde todos debemos unirnos para apoyar a las víctimas y sus familias en esta dura prueba. No podemos permitir que historias como esta se conviertan en algo habitual; tenemos que exigir responsabilidad y condiciones seguras para nuestros vecinos. En momentos como estos, nuestra humanidad brilla más fuerte.

