Este lunes, Siria conmemora un año desde que el régimen de Bashar al Assad se desmoronó ante una ola de rebeldes y yihadistas, marcando un capítulo incierto en su historia. Con Ahmed al Shara a la cabeza, el nuevo gobierno ha intentado hacer las paces con Occidente, buscando salir del aislamiento que ha sufrido durante años. Pero, aunque se han dado pasos diplomáticos, la realidad sobre el terreno es otra; la seguridad sigue siendo frágil y la crisis humanitaria se siente en cada rincón del país.
Un cambio que no borra las huellas del pasado
La caída de Al Assad fue un momento histórico. Hafez al Assad había comenzado este capítulo oscuro en 1971, y su hijo siguió el mismo camino hasta su huida hacia Rusia. Desde entonces, los enfrentamientos han seguido sacudiendo a Siria. Aunque Al Shara busca legitimidad internacional —algo reflejado en su visita a la Casa Blanca— los problemas siguen acumulándose. La situación económica es desastrosa y más de 16 millones de sirios necesitan ayuda urgente.
Las organizaciones como Save the Children advierten que quienes regresan a sus hogares lo hacen entre ruinas y escasez de servicios básicos. La desesperanza parece apoderarse de muchos: “Queremos volver”, dicen algunos, “pero encontramos solo devastación”. Y aunque hay voces que insisten en la necesidad de un diálogo inclusivo entre las comunidades, los enfrentamientos intercomunitarios siguen dejando heridas abiertas.
Al Shara se enfrenta a críticas tanto internas como externas por sus intentos de acercamiento a Occidente. Algunos sectores extremistas ven esto como una traición a sus raíces. Sin embargo, él continúa haciendo hincapié en que solo mediante el diálogo se puede avanzar hacia una paz duradera.
La comunidad internacional no debe olvidar lo que está sucediendo en Siria; Rasha Muhrez lo dice claro: “La infancia debe estar en el centro de la reconstrucción”. En medio del caos y los gritos por ayuda, es fundamental recordar que detrás de cada cifra hay vidas humanas luchando por reconstruir lo que queda después del horror.

