Las elecciones legislativas de Hong Kong este domingo han estado marcadas por una atmósfera de control absoluto. El jefe ejecutivo, John Lee, ya ha ejercido su derecho al voto, pero no sin antes llamar a la participación de los ciudadanos. «Hoy más que nunca debemos votar, porque eso significa reforma y unidad», comentó ante los medios locales, intentando conectar con un electorado que parece estar completamente desilusionado.
Apatía y manipulaciones
El contexto no es fácil. Este proceso electoral llega tras el devastador incendio del 26 de noviembre en el complejo residencial Wang Fuk, un evento trágico que ha acentuado aún más la apatía generalizada. La realidad es que las autoridades han impuesto un sistema donde solo pueden presentarse candidatos alineados con las políticas de Pekín, lo cual genera una sensación de falta de opciones reales. La participación a estas horas apenas alcanza el 27,4%, muy por debajo del 30% que se registró hace cuatro años.
Para colmo, los medios locales están bajo una presión abrumadora para ofrecer una cobertura neutral. Según informa Bloomberg, se convocó a periodistas internacionales para advertirles sobre la difusión de información que pudiera ser considerada como «falsa» o dañina para el gobierno. Todo esto suena más a una estrategia para silenciar voces disidentes que a un intento genuino por fomentar una democracia saludable.
Pekín sigue firme en su intento por afianzar su control sobre Hong Kong, ignorando las críticas tanto internas como externas sobre la vulneración de derechos fundamentales. Así se siente el ambiente en esta antigua colonia británica: una mezcla de miedo y resignación donde lo único claro es que la lucha por la libertad se enfrenta cada vez a mayores obstáculos.

