La Casa Blanca ha dado a conocer su última Estrategia de Seguridad Nacional, una hoja de ruta que promete devolver a Estados Unidos al centro del escenario mundial. En palabras del propio presidente, se trata de garantizar que «el pueblo estadounidense controle su destino en nuestro hemisferio», dejando claro que las potencias extranjeras no tienen cabida en sus planes.
Un giro en la política exterior
Este documento, presentado con bombos y platillos, enfatiza el uso de herramientas de ‘poder duro’, tanto económicas como militares. Así, Washington está decidido a reconsiderar su despliegue militar en la región mientras prioriza la diplomacia comercial, apoyándose en aranceles y acuerdos comerciales recíprocos. La consigna es clara: «Expandir y alistar». Alistaremos a nuestros aliados para enfrentar el tráfico de drogas y controlar la migración; y al mismo tiempo buscaremos nuevos socios económicos que fortalezcan nuestra posición.
Aunque el foco está puesto en América Latina, no se olvida el resto del mundo. El Indo-Pacífico y Oriente Próximo también son parte del plan. Se busca reequilibrar la relación económica con China, mientras que en Medio Oriente se considera que Irán ha sido debilitado gracias a acciones conjuntas con Israel. Es como si dijeran: hemos pasado página; ahora es momento de fomentar cambios sin imponer nada desde afuera.
No obstante, esta estrategia también revela ciertas contradicciones. Si bien hay un intento por recuperar el control sobre Latinoamérica, Estados Unidos admite que revertir influencias externas será difícil. Pero aquí viene lo sorprendente: algunos gobiernos pueden ser aliados viables siempre que se alineen económicamente.
A medida que escuchamos todo esto, surge una pregunta inevitable: ¿realmente estamos ante un nuevo capítulo o solo es un viejo guion disfrazado? Mientras los líderes europeos parecen tener expectativas poco realistas sobre la guerra en Ucrania, Washington intenta hacerles ver lo necesario de recuperar relaciones estratégicas con Rusia.
En definitiva, esta nueva doctrina nos hace reflexionar sobre hacia dónde nos dirigimos como comunidad internacional. Hay mucho ruido y promesas grandilocuentes; pero al final del día, ¿será suficiente para restaurar esa predominancia deseada?

