En Bruselas, el 4 de diciembre, la tensión se palpó en el aire. Christopher Landau, el vicesecretario de Estado estadounidense, no se contuvo y arremetió contra la ex Alta Representante de la UE para Política Exterior, Federica Mogherini. La noticia sobre su imputación por delitos de fraude y corrupción ha sacudido al Colegio de Europa y al Servicio de Acción Exterior de la UE, donde ella tuvo un papel protagónico hasta 2019.
Landau aprovechó las redes sociales para expresar su indignación, recordando que Mogherini es la misma persona que llamaba a Cuba una ‘democracia de partido único’. “Esta mujer ha sido cómplice del régimen represivo cubano”, denunció. El vicesecretario no se quedó ahí; cargó contra ella por haber promovido inversiones y turismo europeos que han fortalecido ese sistema opresor y antiestadounidense en la isla.
Un viaje a Bruselas lleno de tensiones
Este ataque se produjo justo después del viaje de Landau a Bruselas para participar en una reunión ministerial clave de la OTAN. Curiosamente, sustituyó a Marco Rubio, quien rompió con más de dos décadas sin faltar a esta cita tan importante. Al ser preguntado sobre esta ausencia, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, defendió que era “totalmente aceptable” dado el apretado calendario del senador estadounidense en negociaciones cruciales como las relacionadas con Ucrania o Gaza.
A pesar del ambiente tenso y las ausencias notorias, Landau insistió en que durante su intervención reiteró lo que muchos saben: “Europa debe asumir la responsabilidad principal de su propia seguridad”. Un mensaje repetido por diferentes administraciones estadounidenses desde hace años. “Lo hemos dicho una y otra vez”, concluyó. Esta situación nos recuerda lo complejas y entrelazadas que son las relaciones internacionales hoy en día.

