En un giro inesperado de los acontecimientos, la primera ministra de Trinidad y Tobago, Kamla Persad-Bissessar, ha salido a la luz este viernes para confirmar que hay personal militar de Estados Unidos en la isla. Su misión: ayudar en la instalación de un radar para el aeropuerto local. Esto ocurre justo en medio de crecientes rumores sobre una posible intervención militar estadounidense en Venezuela. «Están aquí colaborando con la pista, la carretera y el radar», compartió Persad-Bissessar durante una rueda de prensa el jueves, subrayando que esta mejora es clave para aumentar la vigilancia ante las amenazas que suponen los narcotraficantes operando en sus aguas.
Un equilibrio delicado entre aliados y enemigos
Sus declaraciones se producen después de que asegurara que el gobierno de Trump jamás había solicitado su territorio para llevar a cabo ataques contra Venezuela. “Puerto España no participará en estas operaciones”, reafirmó con firmeza. Pero lo cierto es que tras esa reunión del pasado martes con Dan Caine, jefe del Estado Mayor estadounidense, queda claro que las relaciones bilaterales son más complejas de lo que parecen.
A pesar de ser un pequeño país insular, Trinidad y Tobago ha estado realizando ejercicios militares junto a la Marina estadounidense desde el 16 hasta el 21 de noviembre. De hecho, el destructor ‘USS Gravely’ atracó recientemente en Puerto España, generando tensiones con Caracas. No tardó mucho en responder; Venezuela suspendió su acuerdo energético con Trinidad y Tobago y declaró a Persad-Bissessar persona ‘non grata’. Es evidente: las aguas del Caribe están más agitadas que nunca.

