Este domingo, los ciudadanos de la República Srpska se dirigen a las urnas para elegir a un nuevo líder tras la inhabilitación del polémico Milorad Dodik. La situación no podría ser más tensa, coincidiendo con el 30 aniversario de los Acuerdos de Dayton, esos que pusieron fin a años de conflicto en Bosnia y Herzegovina. Y es que, como bien sabemos, la historia de esta región está marcada por luchas constantes y profundas divisiones.
A raíz de una condena judicial, que incluyó una multa, Dodik fue apartado de su puesto en agosto pasado. Este líder serbobosnio no ha dejado indiferente a nadie; sus intentos por promover una agenda secesionista han levantado muchas cejas. Aunque apeló la decisión del tribunal, el Constitucional le dio la espalda y ahora su partido ha presentado a Sinisa Karan, su antiguo ministro del Interior, como candidato oficialista.
Tensiones palpables en el aire
No podemos ignorar el clima cargado que se respira en Bosnia. Las palabras del Alto Representante europeo, Christian Schmidt, resuenan con fuerza: ha advertido sobre una “extraordinaria crisis” provocada por las acciones del gobierno actual. Según él, estas decisiones están erosionando los cimientos mismos de los acuerdos que han mantenido una frágil paz durante tres décadas. La política etnocéntrica sigue haciendo estragos y parece dividir más que unir.
Dodik puede haber aceptado temporalmente el liderazgo interino de su aliada Ana Trisic Babic, pero las sombras de sus políticas aún planean sobre la República Srpska. En este panorama tan complicado, muchos se preguntan si habrá espacio para un cambio real o si todo seguirá igual. El futuro está en manos de los votantes y hoy tienen la oportunidad de decidir hacia dónde quieren llevar a su tierra.

